]© C. Bouissou[/rel_link
PROJET MEDIT
collective self-residence
Caroline Bouissou, Carole Lorthiois, Robin De Courcy, David Carmine
Kilometres travelled with a donkey in rural Spain, without a map, at random on the road; which was the start of a tour of the Mediterranean. Pirate interventions, performances, photographs... A residency exhibition at the Burgos Contemporary Art Centre, radio broadcasts and an article in Le Monde. Several months surveying the landscapes of the train, criss-crossing fields and countryside, talking to people who sometimes found themselves embroiled in performances...
Exposition On va
Residence Espacio Tangente
Centro de Arte Contemporaneo, Burgos (ES)
Article in El Mundo (ES)
Residence de l'écriture et des auteurs, Marseille (FR)
Spectacle Les créatures n'ont pas d'ombre, Friche belle de mai (FR)
Residence - FIMBS Festival, Atelier Experimental, Clans, France (FR)
SEE TOO : "Rêve de nonne"
]© C. Bouissou[/rel_link]
HISTORIA DE LOS TRES ARTISTAS, EL COCINERO Y LA BURRA BORI
Los esturiones, como yo los había imaginado siempre, eran peces alargados como flechas, peces dinámicos y veloces dispuestos a remontar las frías aguas de los neveros. Pero aquellos no eran así.
¿A quién le gustan los criaderos de peces? En pocos metros cúbicos de agua se arremolinan demasiados animales, demasiado gordos, inquietantes y agitados siempre por la urgencia de conseguir un poco más de espacio, un poco más de alimento. Una piscifactoría no es un lugar agradable, pero si se trata de un nido industrial de esturiones aún menos.
Y fue allí precisamente donde encontramos a Caroline. Después de tantos días de desencontrarnos por teléfono, finalmente le dije “estamos en el criadero de peces” y apareció de un salto como si todo el tiempo hubiera estado allí, debajo de una mata.
Vaya hada! No se parecía a las de los cuentos, vestía una bata de flores y llevaba gafas oscuras. Pero sí que lo era, hada, y estaba muy segura de serlo, sobre todo. Nos condujo resueltamente por el camino que había elegido para llegar a Bausen convirtiéndose así en nuestra primera anfitriona. Era un camino que pasaba por el lugar donde se abandona el territorio de Lés y se entra al cosmos de Bausen, y por eso, dijo, nos hablaría de nacimientos.
Caroline dijo que ella también había hecho un viaje a pie, un viaje iniciático como nosotros y que por eso nos reconocía como hermanas y hermanos. Y así, a medio camino, en el Mirador de los Nacimientos, Caroline nos contó una historia que es la que os quiero relatar aquí:
Esto eran tres artistas y un cocinero. Se llamaban Caroline, Robin, Carole y el cocinero, David.
Un buen día salieron a lo abierto con muchos objetos cargados en una burra, la Bori. Salieron muy cargados porque nunca habían viajado a pie y no tenían experiencia. Pero poco a poco se fueron deshaciendo de todo y se dieron cuenta de que no necesitaban casi nada. Hasta que finalmente tiraron el mapa. ¿Para qué querían el mapa si no sabían adónde querían ir? A partir de aquél día no sabían ya adónde iban porque al no saber dónde estaban tampoco sabían de dónde venían. Y al no preguntarse adónde querían ir, no necesitaban ir a ninguna parte. Y así fue como, habiendo proyectado al principio dar la vuelta al Mediterráneo, fueron a parar primero a Euskadi y luego a Santander.
No tenían nada, por la noche dormían escondidos en el bosque y de madrugada se lavaban en el río, o a veces en los lavabos de los bares. Cuenta Caroline que estaban conectados con todo y por eso conocían en todo momento el talante de las cosas. Como vivían siempre en el instante supieron lo que iba a ocurrir incluso antes de que ocurriera, porque para ellos todo estaba ya siendo siempre. También por eso no les hacía falta recordar, porque lo que había ocurrido era lo mismo que estaba ocurriendo y el futuro era lo que ocurría en el instante mismo. Y ellos cuatro y el burro estaban allí en el tiempo como el pájaro está en el árbol, que lo habita y lo recorre de rama en rama y de hoja en hoja.
Ocurrieron muchas cosas que no podían entender, pero que aceptaban como la vida de cada día, lo mismo que nosotros no entendemos y aceptamos el trueno y el relámpago, el hielo de las montañas en invierno, o por qué cuaja la leche o adónde van las hormigas.
Y así fueron andando, viviendo. Pasaron muchas cosas y la burra se murió. Entonces alguien les regaló un burro, Txiki, que era un burro que no quería obedecer. Le gustaban las flores y se paraba a comerlas en los prados; también le gustaba la música. Txiki iba siempre por donde quería y si no quería no andaba.
Entonces los tres artistas y el cocinero se veían obligados a interrumpir su viaje, hasta que Txiki decidía seguir. Y todo se fue complicando mucho y creo que dijo que perdieron aquella conexión con todo que les daba tanta libertad para viajar por el espacio y el tiempo. Y sin aquello se tuvo que acabar el viaje: se dieron cuenta de que estaban muy cansados. Y así fue como las circunstancias arrancaron a los cuatro amigos de su presente y el viaje se acabó.
Y esta es la historia y así me la contó un hada.
Clara Gari